Los sensores de humedad en el suelo son herramientas claves para el control del riego, pero su éxito depende de la cantidad necesaria y que éstos sean instaladas en los lugares correctos.

La compra de sensores de humedad representa una inversión significativa para los agricultores. Sin embargo, es común que, tras su instalación, muchos queden abandonados o sus mediciones no sirvan para la gestión del riego.

¿Por que no siempre funcionan?

El suelo, al ser un fenómeno natural, es muy variable en sus propiedades físicas, químicas y biológicas. A esta variación natural se agrega la variabilidad introducida por razones de manejo histórico del huerto.

El suelo es uno de los factores con mayor influencia en el crecimiento de los cultivos ya que no solo actúa de sustento sino también de almacén de agua y nutrientes que el cultivo necesita a lo largo de su desarrollo.

Conocer la variabilidad de las propiedades del suelo dentro de una parcela puede ser determinante para llevar a cabo un buen manejo agrícola.

La Solución: Estudio de Zonas homogéneas de manejo

La forma más eficiente de entender esta variabilidad es realizar un estudio detallado del suelo y luego aplicar un manejo diferenciado en cada zona homogénea.

¿Cómo se realiza el estudio?

En los años 90, estos estudios se realizaban con tecnologías costosas, como las rastras de conductividad eléctrica, donde una mayor conductividad indicaba una mayor productividad.

También se utilizaban los mapas de rendimientos, principalmente en cultivos de cereales, instaladas en las cosechadoras.

En la actualidad, ya no son necesarias estas costosas tecnologías.

Desde 2020, investigadores españoles y norteamericanos han demostrado que las imágenes satelitales multiespectrales históricas de un huerto son una herramienta más efectiva y económica para entender la variabilidad del suelo.

Al observar la respuesta de la biomasa fotosintéticamente activa a lo largo de muchos años, podemos identificar zonas que tienden a repetirse en cuanto a sus limitaciones productivas.

Estas diferencias en la productividad están altamente correlacionadas con variaciones físicas y/o químicas del suelo.

El estudio de zonas homogéneas de manejo proporciona un mapa de las áreas con características de suelo similares, permitiendo determinar la cantidad de sensores necesarios y los lugares donde se tienen que instalar o reinstalar.

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