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Desafiando a los Expertos

El Poder de los Algoritmos para hacer predicciones

El economista norteamericano Orley Ashenfelter nos dió en 1989 una demostración convincente del poder de la estadística para superar a los expertos más reconocidos mundialmente en la industria del vino.

Ashenfelter pudo predecir el valor futuro de los vinos de Burdeos en Francia utilizando solo la información del clima del año de producción.

Descubrió que la calidad de la cosecha y, por lo tanto, el precio de los vinos estaba relacionada con las variaciones climáticas durante el período de fermentación de la uva, y que los mejores vinos se producían en veranos más cálidos y secos. Además, las primaveras húmedas también beneficiaban al vino, aumentando su volumen con poco impacto en su calidad.

Transformando este conocimiento convencional en una fórmula estadística, Ashenfelter pudo predecir el precio de un vino para un viñedo específico en un año determinado.

Su algoritmo se basaba en tres factores climáticos: la temperatura media durante el verano, la cantidad de lluvia durante la cosecha y el volumen total de precipitaciones durante el invierno anterior.

Este algoritmo, en lugar de depender de las técnicas tradicionales de cata y olfato de los expertos, logró predecir con mayor precisión los precios futuros del vino.

La correlación entre sus predicciones y los precios reales fue mayor a 0.90.

¿Qué es un algoritmo?

Un algoritmo es una secuencia de instrucciones para resolver un problema. En el ámbito de la informática, para que un algoritmo funcione, es necesario programarlo, es decir, indicar a través de un lenguaje de programación los pasos que debe seguir.

Los algoritmos también pueden dotar a las computadoras de la capacidad de aprender de los datos para hacer predicciones y tomar decisiones.

Por ejemplo, pueden predecir si los precios de las mandarinas este año subirán o bajarán.

Gracias a su capacidad de procesamiento, muy superior a la humana, pueden evaluar numerosos escenarios para elegir la mejor solución.

Cuando recibes un correo electrónico, un algoritmo decide si se envía directamente a la carpeta de spam o a la bandeja de entrada.

Google logró a través de un algoritmo ordenar y catalogar millones de páginas web de una forma eficaz y revolucionó las búsquedas por internet.

¿Por qué los expertos son inferiores a algunos algoritmos?

En 1954 el psicólogo Paul Meehl publicó el libro "Clinical versus statistical Prediction" donde explica que una de las razones principales por la que los expertos son a menudo superados por los algoritmos es por la inconsistencia de sus juicios cuando deben analizar información compleja.

Cuando se les pide evaluar dos veces la misma información frecuentemente dan respuestas diferentes.

Los humanos somos influenciados por estímulos del entorno en nuestros pensamientos y en nuestras acciones.

El breve placer de una fresca brisa en un día caluroso o una buena comida ese día fácilmente puede volvernos más positivos y optimistas respecto a cualquier cosa que estemos evaluando en ese momento.

Los algoritmos no tienen ese problema. Recibiendo los mismos datos, siempre nos entregarán la misma respuesta.

La hostilidad hacia los algoritmos

Para muchos expertos, la sola idea de que una combinación de unas pocas variables pueda dominar a la complejidad del juicio humano en una materia, les parece algo absurdo.

En 1996 la computadora Deep Blue derrota al campeón del mundo Kasparov

Cuando un ser humano compite con una máquina, nuestras simpatía está con el humano.

La aversión hacia los algoritmos que toman decisiones que afectan nuestras vidas está arraigada en la preferencia que muchas personas tienen por lo natural frente a lo sintético o artificial.

Si les preguntamos a las personas si prefieren una manzana cultivada con abono orgánico u otra cultivada con fertilizante artificial, la mayoría de ellas preferirá la orgánica. Incluso después de informarles que las dos manzanas tienen el mismo sabor, valor nutritivo y son igual de sanas.

Por esta razón muchos productos aumentan sus ventas cuando agregan a sus etiquetas las palabras “100% natural” o “sin preservantes”.

Un ejemplo de la fuerte resistencia a la desmitificación de los expertos, fue la reacción de la industria vitivinícola ante la fórmula de Ashenfelter para predecir el precio de los vinos de Burdeos.

La respuesta de los expertos en los medios de comunicación de la época fue violenta, calificando la fórmula como ridícula y absurda.

El prejuicio contra los algoritmos aumenta cuando las decisiones son más importantes.

Los vehículos autónomos son considerablemente más seguros que aquellos controlados por humanos. Esta afirmación se fundamenta en las estadísticas de accidentes de tráfico, que evidencian que más del 90% de los accidentes en Estados Unidos están vinculados a errores humanos al volante que se podrían evitar.

Sin embargo, para la mayoría, resulta mucho más perturbador un accidente causado por un error de un algoritmo que si éste es provocado por un error humano. La diferencia en intensidad emocional es traducida enseguida a preferencia moral.

A medida que los algoritmos sigan expandiéndose, es probable que disminuya la aversión hacia ellos.

Por lo general, apreciamos las recomendaciones de libros o música que nos proporcionan, así como la precisión del algoritmo de Waze o Google Maps al seleccionar la ruta más rápida para llegar a nuestro destino.

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